dimarts, 8 de novembre del 2011

ilusiones del rumor


En realidad, lo que se llama opinión general  es la opinión de dos o tres personas.

Del mismo modo que los chismes, nace de dos o tres personas que la han admitido o afirmado, y que, según se supone, procedieron a un examen profundo de la cuestión. Otras personas, dando por sentado que las primeras tenían suficiente competencia, adoptan la misma opinión, que a su vez merece la confianza de nuevos individuos que, por pereza o seducción, en lugar de reflexionar, creen directamente en lo que otros sostienen. Cada día crece el número de adeptos holgazanes, crédulos y seducidos, porque una vez que la opinión ha ganado cierta cantidad de voces, los demás piensan que esto garantiza la exactitud de sus fundamentos.

Aceptar la opinión general se vuelve obligatorio para quien no desea que le consideren como un rebelde opuesto a las opiniones universalmente admitidas, un impertinente o un arrogante. Las raras personas capaces de juzgar por sí mismas tienen que callarse. Las que tienen derecho a la palabra son absolutamente incapaces de forjarse una opinión propia, pero defienden la que han adoptado con ardor e intolerancia. En quien piensa de otro modo no detestan tanto la opinión diferente, como la jactancia de juzgar por sí mismo. Saben, en su foro interno, que nunca se animarían a hacerlo. Puesto que muy pocas personas saben reflexionar pero todas quieren opinar, ¿qué otro camino les queda ?

Arthur Schopenhauer, « L'art d'avoir toujours raison »

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