dilluns, 31 de desembre del 2012

El fragment del dia: MOMO


Siguieron paseando por la gran sala y el maestro Hora le fue enseñando más cosas todavía, pero Momo todavía estaba pensando en el acertijo.
-  Dime -dijo al final-, ¿qué es el tiempo, de verdad?
-  Si acabas de descubrirlo tú misma -le contestó el maestro Hora.
-  No -dijo Momo-, quiero decir el tiempo mismo. Tiene que ser una cosa u otra. Existe. ¿Qué es, en realidad?
-  Sería bonito -contestó el maestro Hora- que también a esto pudieras contestar tú misma.
Momo reflexionó largo rato.
-  Esta ahí -dijo, hundida en sus pensamientos-, eso es seguro. Pero no se le puede tocar. Ni retener. ¿Acaso sea algo parecido a un olor? Pero también es algo que siempre pasa. Así que tiene que venir de algún lugar. ¿Acaso es algo así como el viento? O no. Ya lo sé. Quizá sea una especie de música que no se oye porque suena siempre. Aunque creo que ya le he oído alguna vez, muy bajito.
-  Lo sé -asintió el maestro Hora-, por eso pude hacerte venir hasta aquí.
-  Pero aún tiene que ser algo más -continuó Momo, que seguía persiguiendo sus pensamientos-, porque la música venía de muy lejos, pero sonaba muy dentro de mí. Puede que con el tiempo ocurra lo mismo. -Calló, trastornada, y añadió perpleja-: Quiero decir, como las olas se originan en el agua por el viento. Bah, no estoy diciendo más que tonterías.
-  Creo -dijo el maestro Hora-, que lo has dicho de un modo muy bonito. Por eso te voy a confiar un secreto: de aquí, de la casa de Ninguna Parte, en la calle de Jamás, vine el tiempo de todos los hombres.
Momo le miró, admirada.
-  ¡Oh! -dijo en voz baja-. ¿Lo haces tú mismo?
El maestro Hora volvió a sonreír.
-  No, querida niña. Yo sólo soy el administrador. Mi obligación es dar a cada hombre el tiempo que le está destinado.
-  ¿No podrías organizarlo de tal manera -preguntó Momo-, que los ladrones de tiempo no pudieran robar más a los hombres?
-  No, eso no puedo hacerlo -contestó el maestro Hora-, porque lo que los hombres hacen con su tiempo, tienen que decidirlo ellos mismos. También son ellos quienes han de defenderlo. Yo sólo puedo adjudicárselo.
Momo recorrió con la mirada la sal y preguntó:
-  Para eso tienes tantos relojes, ¿no? ¿Uno para cada hombre?
-  No, Momo -contestó el maestro Hora-. Esos relojes no son más que una afición mía. Sólo son reproducciones muy imperfectas de algo que todo hombre lleva en su pecho. Porque al igual que tenéis ojos para ver la luz, oídos para oír los sonidos, tenéis un corazón para percibir, con él, el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón está tan perdido como los colores del arco iris para un ciego o el canto de un pájaro para un sordo. Pero, por desgracia, hay corazones ciegos y sordos que no perciben nada, a pesar de latir.
-  ¿Y si un día mi corazón dejara de latir? -preguntó Momo.
-  Entonces -replicó el Maestro Hora-, el tiempo se habrá acabado para ti, mi niña. También se podría decir que eres tú quien vuelve a través del tiempo, a través de todos tus días y noches, tus meses y años. Regresas a través de tu vida hasta llegar al portal de palta por el que una vez entraste. Por allí vuelves a salir.
-  Y, ¿qué hay del otro lado?
-  Entonces has llegado al lugar de donde procede la música que, muy bajito, ya has oído alguna vez. Pero entonces tú formas parte de ella, eres un sonido entro de ella.
Miro, inquisitivo, a Momo.
-  Pero eso no podrás entenderlo todavía, ¿verdad?
-  Sí, -contestó Momo-, creo que sí.
Recordó su camino a través de la calle de jamás, en la que había vivido todo al revés, y preguntó:
-  ¿Eres tú al muerte?
El maestro Hora sonrió y calló un rato antes de contestar:
-  Si los hombres supiesen lo que es la muerte ya no le tendrían miedo. Y si ya no le tuvieran miedo, nadie podría robarles, nunca más, su tiempo de vida.
-  No hace falta más que decírselo -propuso Momo.
-  ¿Tú crees? -preguntó el maestro Hora-. Yo se lo digo con cada hora que les adjudico. Pero creo que no quieren escucharlo. Prefieren creer a aquellos que les dan miedo. Eso también es un enigma.
-  Yo no tengo miedo -dijo Momo. (…)


Momo - Michael Ende

1 comentari:

  1. Ooooohhhhh!!! m'encanta, m'he llegit Momo no sé quants de pics!!! i ara, llegint el teu post, l'acab d'afegir a la lista de llibres pendents de rellegir :D

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