dissabte, 14 d’abril del 2012

Si no actúas como piensas acabarás pensando como actúes



La disonancia cognitiva se refiere a ese estado interno de malestar y tensión que sentimos los humanos cuando no parece existir coherencia entre varias de nuestras ideas, o entre aquello que pensamos y aquello que hacemos. Ante esta situación, buscamos aliviar dicha tensión como sea.

Podíamos tomar el caso de aquellas personas que se pasan semanas tratando de decidir qué coche comprarse. Una vez hecha la elección, es posible que se den cuenta de haber pasado algún detalle por alto y de que su nuevo coche presenta algún inconveniente con respecto al que no eligieron. Sin embargo, dado que parece que nos resulta inasumible psicológicamente aceptar nuestro error, rápidamente colocamos algún parche para solucionar el problema: “no tendrá techo solar, pero gasta menos”, “el otro seguro que también daría fallos” o “el que he elegido es una mejor apuesta a largo plazo”.

En el fondo, parece que el ser humano tiene una incuestionable necesidad de justificar sus acciones, ante los demás y ante sí mismo, no pudiendo dejar nada al azar. No es de extrañar que muchas veces se nos tilde de no saber escuchar, pues en ocasiones resulta una auténtica misión imposible el lograr que una persona cambie de opinión o vea las cosas de otra manera, pues siempre buscará ser coherente con sus argumentos.
Finalmente, señalar que las dos formas más frecuentes de reducir la disonancia cognitiva suelen ser, o bien cambiar nuestra idea sobre algo, o bien cambiar nuestra conducta.



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