dimarts, 1 de març del 2011

L’era del coneixement: la llauna de cervesa


Cas extret de DETI: la llauna de cervesa, el fruit de l'economia del coneixement

¿Quiere coger la lata de cerveza?. Ábrala si quiere, pero después mírela bien. Si algo
significa, es el ejemplo del trabajo industrial del siglo XX, un objeto cotidiano de
cualquier obrero o ciudadano. Pero, es mucho más, es un artefacto de la economía
nueva, de la economía del conocimiento. ¿Por qué levanta las cejas?, ¿no lo cree?
Veámoslo, y así comprenderá que aquel se ha convertido en el recurso más valioso de la
economía actual: "la Era del Conocimiento".
Hace treinta años, aproximadamente, la lata habría sido de lámina de acero, ahora es de
aluminio. La industria del aluminio siempre ha querido sustituir al acero en cualquiera
de sus usos. Ha predicado las excelencias de este metal, el cual fue presentado al mundo
por vez primera en la Exposición Internacional de París en 1855 como una "sustancia
milagrosa".
El aluminio es el elemento metálico más común en la corteza terrestre, pero el coste de
su refinamiento era prohibitivo, ya que requería sustancias químicas muy caras y
energía eléctrica generada por baterías aún más costosas. Era tan caro el aluminio en el
siglo XIX que el rey Christian X de Dinamarca se hizo una corona con dicho metal;
también Napoleón III se hizo fabricar una vajilla de aluminio para agasajar a sus
invitados "merecedores de algo mejor que el vulgar oro". En consecuencia, el aluminio
no tuvo mercado hasta que la energía eléctrica se hizo abundante y barata. Sepa que hoy
en día la energía es el factor más caro del coste actual del aluminio.
En los años cincuenta el mercado de latas para cerveza era muy tentador, pero resultaba
difícil desplazar al acero ya que, a pesar del bajo precio de la electricidad, el coste del
aluminio era muy superior al del acero. No había demanda de los embotelladores. Pero
el aluminio es más fácil de trabajar y aquí el sector encontró su oportunidad: "si el
aluminio es el más maleable de los dos metales, se podría fabricar una lata que empleara
menos materia prima que una de acero". En 1958 la Adolph Coors Co. fabricó una lata
de aluminio para contener 196 gramos de líquido, que fue utilizada por una pequeña
cervecería de Hawai. Cinco años más tarde, la Reynolds Metal inventó un método de
producción en masa para fabricar latas para un contenido de 336 gramos. En 1967
Coca-Cola y Pepsico, así como el 99% de la industria de bebidas refrescantes y de
cervezas, adoptaron la nueva lata.
La primera lata de aluminio representó el triunfo del intelecto sobre la naturaleza. Con
un peso de 18,5 gramos, la mitad del de una lata de acero, el envase de aluminio
sustituyó materia prima por conocimiento, tangible por intangible. La mejora continua
del proceso de fabricación con nuevas aleaciones ha llevado a que la lata de cerveza
vacía pese 13,4 gramos. Si la cerveza tiene un 25% de espuma, la lata es un 25% de
conocimiento.
Pues bien la combinación de conocimiento lleva a que cada vez se lamina con menos
gramos, para extraer la mayor cantidad posible de materia prima y, de otra parte, a que
la repercusión de la energía eléctrica sea cada vez menor en el coste final. Para ello la
lámina de metal derretido y reciclado usa tan sólo el 5% de la energía necesaria para
fabricar el lingote a partir del mineral; por ello se reciclan dos de cada tres latas de
aluminio. Cada una contiene 336 gramos de cerveza, pero el envase en sí incluye cada
vez menos materia prima y energía, en cambio, cada vez contiene más conocimiento.
Beba, saboree la cerveza, apriete; puede aplastarla con una mano. Pero cuando está
llena, es tan fuerte que se apila en torres de hasta dos metros sobre el piso del
supermercado en que la compra. Anda a saltos en camiones que la transportan por
caminos bacheados, es arrojada de aquí a allá, sin contemplaciones, soporta
temperaturas muy bajas en la nevera de su casa y 40 grados bajo el sol. ¿Qué la hace tan
fuerte?. No es el metal, que usted aplasta con una mano. No, la rigidez de la lata, capaz
de soportar presiones de casi siete kilogramos por centímetro cuadrado, es el gas que
contiene en su interior; burbujas de dióxido de carbono en una cerveza o gaseosa sin
alcohol, una dosis de nitrógeno en una lata de jugo de tomate. En definitiva, menos
metal y menos energía sostenidos por algo invisible e impalpable: es la fuerza de la
inteligencia, del conocimiento en acción, de la combinación de muchos y diferentes
conocimientos.

Como dice Steward: "El talismán de la Era Industrial se ha convertido
en el icono de la Era del Conocimiento, la economía de lo intangible".


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