dissabte, 17 de març del 2012

Ejecutivo al minuto: El segundo secreto: los Elogios de un Minuto




Cuando el joven accedió al despacho del señor Levy, se sorprendió de encontrar a una persona tan joven. 
- Bueno, así que ha estado charlando con “el viejo”. Un gran tipo,¿verdad?
- Así parece –respondió el joven, que ya empezaba a acostumbrarse a lo de “viejo” y “gran tipo”.


El joven hizo un breve repaso sobre lo que había aprendido de un buen Ejecutivo al Minuto y pronto se interesó por el segundo gran secreto que se ocultaba tras esta teoría.
- Pues verá, el segundo pilar de un Ejecutivo al Minuto son los Elogios de un Minuto. 
El señor Levy adoptó una pose interesante y continuó: 
- Cuando yo empecé a trabajar aquí, el Ejecutivo al Minuto me deseó que tuviera éxito, que resultara una gran aportación para la empresa y que disfrutase con el trabajo. Me aclaró también que, para conseguirlo, me haría saber de manera inequívoca cuándo mi actuación estaba siendo la correcta y cuándo no. Por último, me advirtió de que, quizá al principio, esto no sería demasiado agradable para ninguno de los dos.
- ¿Podría darme un ejemplo de lo que me está contando? –le pidió el joven.
- Claro –asintió Levy-. Poco después de haber comenzado a trabajar para la empresa, observé que después de terminar la Previsión de Objetivos de un Minuto, el Ejecutivo al Minuto se mantenía en estrecho contacto conmigo. Sobre todo, seguía todas mis actividades muy de cerca. Me pedía que le enviara informes detallados sobre la marcha de mis tareas. Al principio
pensé que lo único que hacía era espiarme, pero pronto descubrí, por otros compañeros, lo que se proponía.
- ¿Y qué era? –exclamó el joven.
- ¡Intentaba sorprenderme mientrascumplía correctamente con mi cometido! Verá, aquí rige este lema:


Ayude a la gente a alcanzar su máxima eficacia. Sorpréndala mientras esté trabajando a conciencia.


Levy prosiguió:


- En casi todas las empresas, los directores ejecutivos se pasan la mayor parte del tiempo intentado atrapar a los empleados justo cuando están haciendo algo mal. Aquí intentamos poner el acento en lo positivo. Intentamos encontrar a la gente haciendo algo bien.
- ¿Qué sucede, señor Levy, cuando el Ejecutivo al Minuto encuentra a alguien haciendo las cosas como es debido?
- Le dedica un Elogio de un Minuto 
–respondió Levy, con cierto aire de satisfacción.
- ¿Y eso qué significa? 
- Pues que al advertir que alguno de sus colaboradores ha hecho un buen trabajo, se pone en contacto con él. Todo esto da ánimos al personal. En mi caso particular, soy consciente de que se preocupa realmente por mí y que me ayuda a progresar.
Como él mismo dice: “Cuanto más constantes son los éxitos del personal dirigido por un superior,  a mayor altura asciende éste en la empresa ”. Tras una breve pausa, añadió:
- La verdad es que resulta muy agradable recibir un elogio tan pronto como algo te ha salido bien. No hay que esperar a los controles anuales de rendimiento, ya sabe a lo que me refiero. Además, no importa que haya otros aspectos en la organización que atraviesen dificultades. Él puede estar enojado o preocupado por asuntos que nada tienen que ver con mi trabajo, pero siempre sabe ceñirse a mi actividad particular. Y eso es algo, querido amigo, que agradezco mucho.
- Y todos estos elogios, ¿no le roban demasiado tiempo al director ejecutivo? –preguntó el joven.
- En realidad, no. No lleva mucho tiempo elogiar a un empleado para hacerle ver que es alguien estimado y con quien se cuenta. No suele tardarse más de un minuto, de ahí su nombre –dijo Levy con una amplia sonrisa.
- ¿El director ejecutivo está siempre al acecho, intentando sorprenderle en un momento brillante? 
- No, claro que no –contestó Levy-. Solo lo hace cuando alguien acaba de entrar a trabajar aquí, o cuando un empleado inicia una actividad nueva o asume responsabilidades adicionales. La razón es que tanto él como sus subordinados tienen otras maneras de saber cuándo la marcha del trabajo merece un elogio. Pueden consultar cómo van las cosas mediante los sistemas de
información internos: cifras de ventas, evolución de los gastos, ... Y después –añadió-, cuando uno lleva un tiempo sorprendiéndose a sí mismo mientras realiza un buen trabajo, empieza a sentir un cierto modo de autoelogio. 
Cuando el visitante repasó todas las notas que había ido tomando, verificó rápidamente lo que había aprendido de los Elogios de un Minuto:


Los Elogios de un Minuto dan resultado cuando usted:
Comunica abiertamente al personal que dará su opinión sobre la marcha del trabajo.
Los  elogia  inmediatamente cuando lo merecen.
Les enumera, con todo detalle, lo que han hecho correctamente.
Les comunica su satisfacción por la excelente labor que realizan y les explica de qué forma esto beneficia a la empresa y al resto de personas que trabajan en ella.
Hace una pausa y guarda silencio para subrayar lo complacido que se siente.
Les anima a seguir trabajando de la misma forma.
Les estrecha la mano de forma que quede patente su apoyo sin reservas al éxito de las personas que trabajan para la organización.


- ¿Y cuál es el tercer secreto? –preguntó con ansiedad el joven.Levy volvió a sonreír ante el entusiasmo de su visitante, se levantó del sillón y le hizo esta sugerencia:
- ¿Por qué no se lo pregunta a la señora Brown? Tengo entendido que tenía pensado pasar a visitarla.
- Sí, así es –admitió el joven-. Muy agradecido por el tiempo que me ha dedicado.
- No tiene importancia –dijo Levy-. El tiempo es precisamente algo de lo que no ando escaso. Como habrá observado, yo también soy ahora un Ejecutivo al Minuto. 

Kenneth Blanchard y Spencer Johnson

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