divendres, 10 d’agost del 2012

Cuento: la bolsa de la selva


Existe un cuento que desvela con exactitud el funcionamiento del mercado financiero y por qué las personas se dedican a comprar acciones de las que no conocen su verdadero valor, y la psicología que hay detrás.

En la selva, el señor bolsa y el señor valor decidieron comprar monos a un euro. Para ello, montaron una jaula igual de grande que un estado de fútbol de considerables dimensiones, en la que meterían los monos que iban a comprar.
     La gente no daba crédito. Cómo era posible que aquellos señores pagaran un euro por un mono, cuando fuera de la jaula, había cientos y cientos. Podían ellos mismos salir fuera a cogerlos, gratis, y meterlos en la jaula.
     Todo el mundo comenzó a llevarles monos, de dos en dos e incluso de tres en tres. Todos y cada uno de ellos se llevaban sus euros correspondientes.
     Pasado un mes, prácticamente nadie llevaba monos, ya que había que recorrer muchos kilómetros para encontrarlos. El señor bolsa y el señor valor comenzaron su nueva estrategia: pagarían a 2 euros cada mono.
     El truco hizo su efecto, y poco a poco comenzaron a llevarles monos. Pero a los pocos días, ya nadie llevaba monos. Quizás ya quedaban muy pocos fuera de aquella jaula.
     De nuevo el señor bolsa y el señor valores hicieron de las suyas. Pusieron un cartel en la puerta en el que ofrecían 5 euros por mono. Transcurridos unos días, solo les llevaron cuatro monos.
     Miles y miles de monos se movían dentro de aquella jaula. Era el momento de comprar monos al precio que fuera.
     Pusieron un nuevo cartel en la puerta: esta vez compraban monos a 50 euros. Todo el mundo se puso a buscar monos, y solo dos personas lograron encontrarlos. El señor bolsa y el señor valor le pagaron sus respectivos 50 euros a cada uno de ellos.
     Esa misma noche, el señor bolsa se fue a dormir, y el señor valor se quedó en la puerta de la jaula. Pasó un señor por la puerta y el señor valor le dijo:
          - ¿Quiere usted un mono por 40 euros? Mañana por la mañana mi socio le pagará por él los 50 euros que valen ahora los monos.
          El hombre le dijo que por supuesto.
          - Voy a mi casa a por los 40 euros.
     Cuando el hombre regresó a los pocos minutos, no trajo consigo 40 euros sino 400; quería diez monos, que llevaría a la mañana siguiente a primera hora, a la jaula. Además, el hombre no vino solo; trajo a sus familiares y amigos para que compraran monos también, y estos a su vez a familiares y amigos y otros a otros.
     Todos pagaban sus 40 euros por mono, que el señor valor entregaba a cambio. Cuando se acercaban las cuatro de la mañana, la jaula se había quedado vacía.
     Todos los que compraron monos lo festejaban. Incluso hubo algunos que no durmieron esa noche esperando la apertura de la jaula a las nueve de la mañana.
     Cuando todo el mundo empezó a llegar a la jaula, ocurrió lo inesperado. No podían creer que la jaula hubiera desaparecido. Del señor bolsa y del señor valores no se sabía nada.
     Lo habían conseguido.
     Habían vendido a gente que no los necesitaba monos a 40 euros. Esto es la bolsa.

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