dilluns, 20 de febrer del 2012

Ejecutivo al minuto: el ejecutivo al minuto


Cuando el joven llegó al despacho del ejecutivo, después de las presentaciones de rigor, lo primero por lo que se interesó fue por si mantenía encuentros regulares con sus subordinados.
- Sí, los tengo: el miércoles de cada semana, entre las nueve y las once de la mañana. Por eso le dije que no podríamos vernos en ese momento.
- ¿Qué se hace en esas reuniones? –preguntó el joven.
- Presto atención a cómo mis empleados examinan y analizan lo que han realizado durante la semana anterior, los problemas que encuentran y lo que aún les queda pendiente de llevar a término. Luego evaluamos los planes y estrategias para la semana siguiente.
- Las decisiones que toman en esas reuniones, ¿les responsabilizan tanto a usted como a su personal?
- Por supuesto –asintió el ejecutivo- . ¿Qué sentido tendrían esos encuentros si no fuera así?
- Entonces es usted un ejecutivo que participa en el trabajo de sus empleados, ¿verdad? –preguntó el
joven.
- En absoluto. No creo en mi participación en ninguna de las decisiones que mi personal toma de manera autónoma.
- Entonces, ¿cuál es el sentido de las reuniones?
- Ya se lo he dicho –replicó el ejecutivo algo molesto. Por favor, joven, no me haga repetir. Es una pérdida de tiempo para mí y para usted... Estamos aquí para obtener resultados –prosiguió-. Nuestro objetivo primordial es la eficiencia.
- Bien, entonces es usted consciente de lo importante que es la productividad. Podríamos decir que
está usted más orientado hacia los resultados que hacia el personal –sugirió el joven.
- ¡No! –gritó el ejecutivo, sorprendiendo a su visitante-. Oigo decir esas cosas demasiado a menudo.
¿Cómo podría obtener resultados si no fuera gracias a mis colaboradores? Me preocupo por mi personal y por los resultados. Ambos caminan juntos.
Al cabo de unos instantes, prosiguió:
- Ahora, joven, mire esto –el ejecutivo señaló un rótulo-. Lo tengo sobre mi mesa para que me recuerde una gran verdad. Las personas que se sienten satisfechas de sí mismas obtienen buenos resultados
Mientras el joven leía estas palabras, el ejecutivo aseveró:
- El mejor modo de conseguir una productividad de los empleados, es decir, lograr de ellos un fruto
excepcional, tanto en cantidad como en calidad, es contar con su colaboración.
El interés del joven iba in crescendo, así que le preguntó:
- Bueno, ya me ha dicho que no es usted un ejecutivo participativo. ¿Cómo se definiría entonces?
- De manera muy fácil –respondió sin vacilación-. Soy un Ejecutivo al Minuto.
- Dice que es usted... ¿un qué? –preguntó asombrado el joven.
- Soy un Ejecutivo al Minuto. Me llamo a mí mismo de esta forma porque necesito poco tiempo para conseguir un trabajo excelente de mi personal. No me cree, ¿verdad?
–deduciéndolo por la cara de sorpresa del joven-. Le voy a decir una cosa: si quiere saber realmente qué
tipo de ejecutivo soy, lo mejor será que hable con mis colaboradores. Se inclinó entonces sobre la mesa y llamó por el interfono a su secretaria, que al momento entró en el despacho y le entregó un papel.
- Estos son los nombres, cargos y números de teléfono de las personas que podrán informarle sobre mí
–explicó el Ejecutivo al Minuto.
- ¿Con cuáles de ellos debo hablar? –preguntó el joven.
- Eso depende de usted. Hable con todos o solo con algunos, si así lo desea.
- Bien, pero querría saber por cuál sería mejor empezar
- Joven, ya le he dicho que no tomo decisiones por los demás –dijo con firmeza el ejecutivo. Quiere usted aprender a liderar a la gente, y eso me parece admirable. Si le queda alguna duda después de hablar con mi personal –añadió afablemente-, vuelva a verme. Me agradaría regalarle mi concepto de Ejecutivo al Minuto. Alguien me obsequió con él una vez y debo confesarle que me transformó por completo.

Kenneth Blanchard y Spencer Johnson

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