La manipulación, entendida como el conjunto de acciones utilizadas para influir en los demás sin que se aperciban de ello, no es ni mala ni buena; lo éticamente cuestionable son sus fines. En la empresa hay una zona comadreja, que como dice Adams, es “una zona gris entre el comportamiento moral bueno y las actividades abiertamente delictivas“.
En la zona comadreja todo es disimulo, pero no mentira; el que no dice lo que piensa o no hace lo que dice no miente, ya que los demás saben que no lo piensa o no lo va a hacer. ¿O acaso usted confía en que el constructor acabará la reforma de su casa en el plazo acordado?
Es importante detectar las comadrejas que pueblan la empresa y sus alrededores; conocer e identificar a los jefes o empleados, a los clientes y proveedores asilvestrados, es imprescindible si queremos evitar la parálisis productiva que inyectan.
Motivar a lo comadreja
Los empleados saben que su jefe inmediato es demasiado vago para ir despidiendo a su equipo y tener que formar a otros. Por tanto, el mando intermedio comadreja tiene que utilizar sus artes para motivar al personal a su cargo; entre sus herramientas figuran:
- Aumentos de sueldo imaginarios: lo fundamental es convencer a sus subordinados de que en algún momento no demasiado lejano en el tiempo puede ser que sus esfuerzos se vean recompensados por la empresa. Hoy no, mañana.
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