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divendres, 9 d’agost del 2013
El hombrecito azul
En una ciudad azul,donde todo era azul,debajo de un árbol azul,descansa sobre el césped azul,un hombre azul todo vestido de azul.El hombre azul se desperezó y abrió sus ojos azules al cielo azul.De pronto vió rescostado a su lado a un hombre verde,vestido de verde.El hombre azul, entre sorprendido y asombrado le preguntó:_¿Y usted qué hace aquí?__¿Yo?_contestó el hombre verde_.Me escapé de otro cuento porque allí me aburría
.
Jorge Bucay -Cuenta Conmigo-
Cambiamos, es parte de nosotros, es una capacidad que todos tenemos. Cambios, unos más sustanciales que otros. No en la manera de pensar o de percibir,se van adecuando al medio o situaciones por las que atravesamos.Todas las experiencias que tenemos, sean buenas o malas, nos hacen crecer un poquito más. Nos hacen reflexionar,encontrarnos con nosotros mismos,incluso extrañarnos de lo que nos creíamos que jamás haríamos pero que resulta que somos capaces.Adaptarnos a cualquier situación tirando el muro que quizás no nos dejaba ver el otro lado, ver las cosas desde otro punto de vista.
divendres, 2 d’agost del 2013
La visita de tu vida
Había una vez un señor que estaba haciendo una gira turística por Europa. Al llegar al Reino Unido compro en el aeropuerto una especia de Guía de los castillos de la isla. Algunos tenían días de visita y otros horarios muy estrictos. Pero el más llamativo era el que se presentaba como “La visita de tu vida”.
En las fotos, por lo menos, parecía un castillo ni más ni menos espectacular que otros, pero se lo recomendaba muy especialmente… Se explicaba allí que, por razones que después se comprenderían, las visitas no se pagaban por anticipado, pero era imprescindible pactar anticipadamente una cita, es decir, día y hora. Intrigado por lo diferente de la propuesta, el hombre llamo desde su hotel esa misma tarde y acordó un horario.
Las cosas han sido siempre iguales en el mundo, basta que uno tenga una cita importante, con hora precisa y necesidad de ser puntual para que todo se complique. Esta no fue una excepción y diez minutos mas tarde de la hora pactada el turista llego al palacio. Se presento ante un hombre con falda a cuadros que lo esperaba y que le dio la bienvenida.
-¿Los demás ya pasaron con el guía? - Pregunto, no viendo a ningún otro visitante.
-¿Los demás? – Repregunto el hombre- No. Las visitas son individuales y no tenemos guías que ofrecer.
Sin Hacer mención al horario, le explico un poco de la historia del castillo y le menciono algunas cosas sobre las que debía prestar atención. Las Pinturas en los muros. Las armaduras del altillo. Las maquinas de guerra del salón norte, debajo de la escalera, las catacumbas y la sala de torturas en la mazmorra. Dicho esto, Le dio una cuchara y le pidió que la sostuviera horizontalmente con la parte cóncava hacia el techo.
-¿Y esto? – Pregunto el visitante.
-Nosotros no cobramos un derecho de visita. Para evaluar el costo de su paseo recurrimos a este mecanismo. Cada visitante lleva una cuchara como esta llena hasta el borde de arena fina. Aquí cabe exactamente 100 gramos. Después de recorrer el castillo pesamos la arena que ha quedado en la cuchara y le cobramos una libra por cada gramo que haya perdido… Una manera de evaluar el coste de la limpieza –explico.
-¿Y si no pierdo ni un gramo?.
-Ah, mi querido señor, entonces su visita al castillo será gratuita.
Entre divertido y sorprendido por la propuesta, el hombre vio como el anfitrión colmaba de arena la cuchara y luego comenzó su viaje. Confiando en su pulso, subió las escaleras muy despacio y con la vista fija en la cuchara. Al llegar arriba, a la sala de armaduras, prefirió no entrar porque le pareció que el viento haría volar la arena y decidió bajar cuidadosamente. Al pasar junto al salón que exhibía las maquinas de guerra, debajo de la escalera, se dio cuenta que para verlas con detenimiento era necesario inclinarse forzadamente sosteniéndose de la barandilla. No era peligroso para su integridad, pero hacerlo implicaba la certeza de derramar algo del contenido de su cuchara, así que conformo con mirarlas desde lejos. Otro tanto le pasó con las mas que empinada escalera que conducía a las mazmorras. Por el pasillo de regreso al punto de partida, camino contento hacia el hombre de la falda escocesa que la aguardaba con una balanza. Allí vació el contenido de su cuchara y espero el dictamen del hombre.
-Asombrado, ha perdido menos de medio gramo –anuncio- , lo felicito, tal como usted predijo, esta visita le ha salido gratis.
-Gracias…
-¿Ha disfrutado la visita?-pregunto finalmente el de la recepción.
El turista dudo y por ultimo decidió ser sincero.
-La verdad es que no mucho. Estaba tan ocupado tratando de cuidar de la arena, que no tuve oportunidad de mirar lo que usted me señalo.
-Pero… Que barbaridad!... Mire, voy a hacer una excepción. Le voy a llenar otra vez la cuchara, porque es la norma, pero ahora olvídese de cuanto derrama, faltan 12 minutos para que llegue el próximo visitante. Vaya y regrese antes de que el llegue.
Sin perder tiempo, el hombre tomo la cuchara y corrió hacia el altillo, la llegar allí dio una mirada rápida a lo que había y bajo más que corriendo a las mazmorras llenando las escaleras de arena. No se quedo casi ni un momento porque los minutos pasaban y prácticamente voló hacia el pasaje debajo de la escalera, donde al inclinarse tratando de entrar se le cayo la cuchara y derramo todo el contenido. Miro su reloj, habían pasado 11 minutos. Dejo otra vez sin ver las maquinas y corrió hasta el hombre de la entrada a quien le entrego la cuchara vacía.
-Bueno, esta vez sin arena, pero no se preocupe, tenemos un rato. ¿Qué tal?¿Disfruto la visita?
Otra vez el visitante dudo unos momentos.
-La verdad es que no-contesto por fin-. Estuve tan ocupado en llegar antes que el otro, que perdí toda la arena pero igual no disfrute nada.
El hombre de la falda encendió la pipa y le dijo:
-Hay quienes recorren el castillo de su vida tratando de que no les cueste nada, y no lo pueden disfrutar. Hay otros tan apresurados en llegar pronto, que lo pierden todo sin disfrutarlo. Unos pocos aprenden esta lección y se toman su tiempo para cada recorrido. Descubren y disfrutan cada rincón, cada paso. Saben que no será gratuito, pero entienden que los costes de vivir valen la pena.
Uno de los cuentos de “Cuenta conmigo de Jorge Bucay.”
dimarts, 19 de febrer del 2013
Conte: voy andando por un sendero
Voy andando por un sendero.
Dejo que mis pies me lleven.
Mis ojos se posan en los árboles, en los pájaros, en las piedras. En el horizonte se recorte la silueta de una ciudad. Agudizo la mirada para distinguirla bien. Siento que la ciudad me atrae.
Sin saber cómo, me doy cuenta de que en esta ciudad puedo encontrar todo lo que deseo. Todas mis metas, mis objetivos y mis logros. Mis ambiciones y mis sueños están en esta ciudad. Lo que quiero conseguir, lo que necesito, lo que más me gustaría ser, aquello a lo cual aspiro, o que intento, por lo que trabajo, lo que siempre ambicioné, aquello que sería el mayor de mis éxitos.
Me imagino que todo eso está en esa ciudad. Sin dudar, empiezo a caminar hacia ella. A poco de andar, el sendero se hace cuesta arriba. Me canso un poco, pero no me importa.
Sigo. Diviso una sombra negra, más adelante, en el camino. Al acercarme, veo que una enorme zanja me impide mi paso. Temo... dudo.
Me enoja que mi meta no pueda conseguirse fácilmente. De todas maneras decido saltar la zanja. Retrocedo, tomo impulso y salto... Consigo pasarla. Me repongo y sigo caminando.
Unos metros más adelante, aparece otra zanja. Vuelvo a tomar carrera y también la salto. Corro hacia la ciudad: el camino parece despejado. Me sorprende un abismo que detiene mi camino. Me detengo. Imposible saltarlo
Veo que a un costado hay maderas, clavos y herramientas. Me doy cuenta de que están allí para construir un puente. Nunca he sido hábil con mis manos... Pienso en renunciar. Miro la meta que deseo... y resisto.
Empiezo a construir el puente. Pasan horas, o días, o meses. El puente está hecho. Emocionado, lo cruzo. Y al llegar al otro lado... descubro el muro. Un gigantesco muro frío y húmedo rodea la ciudad de mis sueños...
Me siento abatido... Busco la manera de esquivarlo. No hay caso. Debo escalarlo. La ciudad está tan cerca... No dejaré que el muro impida mi paso.
Me propongo trepar. Descanso unos minutos y tomo aire... De pronto veo, a un costado del camino un niño que me mira como si me conociera. Me sonríe con complicidad.
Me recuerda a mí mismo... cuando era niño.
Quizás por eso, me animo a expresar en voz alta mi queja: -¿Por qué tantos obstáculos entre mi objetivo y yo?
El niño se encoge de hombros y me contesta: -¿Por qué me lo preguntas a mí?
Los obstáculos no estaban antes de que tú llegaras... Los obstáculos los trajiste tú.
diumenge, 17 de febrer del 2013
Conte: la tristeza y la rábia
En un recinto encantado donde los hombres nunca pueden llegar, o quizás donde los hombres transitan eternamente sin darse cuenta… Había un estanque maravilloso.
Era una laguna de agua cristalina y pura donde nadaban peces de todos los colores y donde todas las tonalidades del verde se reflejaban permanentemente…
Hasta aquel estanque mágico y transparente se acercaron la tristeza y la furia para bañarse en mutua compañía. Las dos se quitaron sus vestidos y, desnudas, entraron en el estanque.
La furia, que tenía prisa (como siempre le ocurre a la furia), urgida – sin saber por qué -, se bañó rápidamente y, más rápidamente aún, salió del agua…
Pero la furia es ciega o, por lo menos, no distingue claramente la realidad. Así que, desnuda y apurada, se puso, al salir, el primer vestido que encontró…. Y sucedió que aquel vestido no era el suyo, sino el de la tristeza… Y así, vestida de tristeza, la furia se fue.
Muy calmada, muy serena, dispuesta como siempre a quedarse en el lugar donde está, la tristeza terminó su baño y, sin ninguna prisa – o, mejor dicho, sin conciencia del paso del tiempo -, con pereza y lentamente, salió del estanque. En la orilla se dió cuenta de que su ropa ya no estaba.
Como todos sabemos, si hay algo que a la tristeza no le gusta es quedar al desnudo. Así que se puso la única ropa que había junto al estanque: el vestido de la furia.
Cuentan que desde entonces, muchas veces uno se encuentra con la furia, ciega, cruel, terrible y enfadada. Pero si nos damos tiempo para mirar bien, nos damos cuenta de que esta furia que vemos es sólo un disfraz, y que detrás del disfraz de la furia, en realidad, está escondida la tristeza.
dissabte, 16 de febrer del 2013
Conte: fábulda de la hormiga arrepentida
Había una vez una hormiga y una cigarra que eran muy amigas.
Durante el verano y el otoño la hormiga trabajó sin parar almacenando comida para el invierno.
No aprovechó el sol, ni la brisa suave del atardecer, ni charló con los amigos tomando una cervecita después de un día de trabajo…
Mientras, la cigarra, que andaba cantando y bailando con los amigos en los bares de la ciudad, aprovechó el sol y disfrutó muchísimo sin preocuparse por el invierno.
Pasados unos días, empezó a hacer frío. La hormiga, exhausta de tanto trabajar, se metió en su pobre hormiguero repleto hasta el techo de comida. Alguien la llamó desde fuera y cuando abrió la puerta, se sorprendió al ver a su amiga la cigarra dentro de un Ferrari y con un valioso abrigo de pieles.
La Cigarra le dijo:
- ¡Hola amiga! Voy a pasar el invierno en París ¿podrías cuidar de mi casa?
La Hormiga respondió:
- Sí, claro... desde luego. Pero ¿dónde conseguiste el dinero para ir a París, comprar este Ferrari y ese abrigo tan bonito y caro?
Y la cigarra respondió:
- Estaba cantando en un bar la semana pasada y a un productor le gustó mi voz. Firmé un contrato para hacer actuaciones en París. A propósito, ¿necesitas algo de allí?
- Sí, dijo la Hormiga. Si te encuentras con La Fontaine (autor de la fábula original)... ¡Mándalo a la mierda de mi parte!
dimecres, 13 de febrer del 2013
Conte: todo es efímero
Unos guardias se presentaron ante el rey conduciendo a un hombre con aspecto de mendigo.
- "¿Por qué traéis a este hombre?", preguntó el monarca.
- "Majestad, no sabemos si es un loco, o quiere ofenderos, pero... ¡dice que desea dormir en esta posada!", contestó el jefe de la guardia.
- "¿Cómo llamas posada a mi fabuloso Palacio?", inquirió el rey al detenido.
- "¿De quién era este lugar antes?", preguntó a su vez el mendigo.
- "De mi padre."
- "¿Y antes?"
- "De mi abuelo."
- "¿Y antes aún?"
- "Del padre de mi abuelo."
- "¿Y dónde están todos ellos ahora?"
- "Murieron."
- "¿Y cómo a un lugar donde van y vienen gentes de paso no lo llamáis posada?"
dilluns, 11 de febrer del 2013
Conte: la felicidad
En cierta ocasión, se reunieron todos los Dioses y decidieron crear al hombre y la mujer, y planearon hacerlo a su imagen y semejanza.
Entonces uno de ellos dijo:
- “Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra… debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, ya que, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, pero… ¿qué les quitamos?”
Después de mucho pensar otro dijo:
- “¡Ya sé, vamos a quitarles la felicidad!... pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamás”.
Propuso el primero:
- “Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo”, a lo que inmediatamente repuso otro:
- “No, recuerda que les dimos fuerza, alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está”.
Luego propuso otro:
- “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar”, y otro contestó:
- “No, recuerda que les dimos inteligencia, alguna vez alguien va construir una esquina por la que pueda entrar y bajar y entonces la encontrarán”.
Uno más dijo:
- “Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”. Y le dijeron:
- “No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros”.
El último de ellos, que era un Dios que había permanecido en silencio, escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo:
- “Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren”
Todos voltearon asombrados y preguntaron al unísono:
- “¿Dónde?”
- “La esconderemos dentro de ellos mismos… estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así: el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo...
dijous, 7 de febrer del 2013
Conte: La palabra, una arma poderosa
Había una vez un samurai que era muy diestro con la espada y a la vez muy soberbio y arrogante. De alguna manera, él sólo se creía alguien y algo cuando mataba a un adversario en un combate y, por eso, buscaba continuamente ocasiones para desafiar a cualquiera ante la más mínima afrenta. Era de esta manera como el samurai mantenía su idea, su concepto de sí mismo, su férrea identidad.
En una ocasión, este hombre llegó a un pueblo y vio que la gente acudía en masa a un lugar. El samurai paró en seco a una de aquellas personas y le preguntó:
-¿Adónde vais todos con tanta prisa?
-Noble guerrero -le contestó aquel hombre que, probablemente empezó a temer por su vida-, vamos a escuchar al maestro Wei.
-¿Quién es ese tal Wei?
-¿Cómo es posible que no le conozcas, si el maestro Wei es conocido en toda la región?
El samurai se sintió como un estúpido ante aquel aldeano y observó el respeto que aquel hombre sentía por ese tal maestro Wei y que no parecía sentir por un samurai como él. Entonces decidió que aquel día su fama superaría a la de Wei y por eso siguió a la multitud hasta que llegaron a la enorme estancia donde el maestro Wei iba a impartir sus enseñanzas.
El maestro Wei era una hombre mayor y de corta estatura por el cual el samurai sintió de inmediato un gran desprecio y una ira contenida.
Wei empezó a hablar:
—En la vida hay muchas armas poderosas usadas por el hombre y, sin embargo, para mí, la más poderosa de todas es la palabra.
Cuando el samurai escuchó aquello, no pudo contenerse y exclamó en medio de la multitud:
—Sólo un viejo estúpido como tú puede hacer semejante comentario. —Entonces, sacando su katana y agitándola en el airé, prosiguió—: Ésta sí que es un arma poderosa, y no tus estúpidas palabras.
Entonces Wei, mirándole a los ojos, le contestó:
—Es normal que alguien como tú haya hecho ese comentario; es fácil ver que no eres más que un bastardo, un bruto sin ninguna formación, un ser sin ningunas luces y un absoluto hijo de perra.
Cuando el samurai escuchó aquellas palabras, su rostro enrojeció y con el cuerpo tenso y la mente fuera de sí empezó a acercarse al lugar donde Wei estaba.
—Anciano, despídete de tu vida porque hoy llega a su fin. Entonces, de forma inesperada, Wei empezó a disculparse:
—Perdóname, gran señor, sólo soy un hombre mayor y cansado, alguien que por su edad puede tener los más graves de los deslices. ¿Sabrás perdonar, con tu corazón noble de Guerrero, a este tonto que en su locura ha podido agraviarte?
El samurai se paró en seco y le contestó:
—Naturalmente que sí, noble maestro Wei, acepto tus excusas.
En aquel momento Wei le miró directamente a los ojos y le dijo:
—Amigo mío, dime: ¿son o no poderosas las palabras?
dilluns, 4 de febrer del 2013
Cuento : El buscador de la verdad
A un visitante que a sí mismo se definía como "Buscador de la Verdad" le dijo el Maestro:
- "Si lo que buscas es la Verdad, hay algo que es preciso que tengas por encima de todo".
- "Ya lo sé: una irresistible pasión por ella".
- "No. Una incesante disposición a reconocer que puedes estar equivocado”.
diumenge, 3 de febrer del 2013
Conte: Una flor
En cierta ocasión mostró Buda una flor a sus discípulos y les pidió que dijeran algo acerca de ella.
Ellos estuvieron un rato contemplándola en silencio.
Uno pronunció una conferencia filosófica sobre la flor. Otro creó un poema. Otro ideó una parábola. Todos tratando de quedar por encima de los demás.
Mahakashyap miró la flor, sonrió y no dijo nada. Sólo él la había visto.
dimecres, 30 de gener del 2013
Conte: el tiempo y los plátanos
Un hombre decidió pasar algunas semanas en un monasterio de Nepal. Cierta tarde entró en uno de los numerosos templos de la región y encontró a un monje sentado en el altar, sonriendo. Le preguntó por qué sonreía.
- "Porque entiendo el significado de los plátanos", fue su respuesta.
Dicho esto, abrió la bolsa que llevaba, extrayendo de ella un plátano podrido.
- "Esta es la vida que pasó y no fue aprovechada en el momento adecuado; ahora es demasiado tarde."
Seguidamente, sacó de la bolsa un plátano aún verde, lo mostró y volvió a guardarlo.
- "Esta es la vida que aún no sucedió, es necesario esperar el momento adecuado."
Finalmente tomó un plátano maduro, lo peló y lo compartió con él.
"Esta es la vida en el momento presente. Aliméntate con ella y vívela sin miedos y sin culpas."
dilluns, 21 de gener del 2013
Cuento: Las arenas movedizas, sobre el ser consciente de las situaciones...
Un hombre va caminando descuidado, cuando, de repente, se cae en un foso de arenas movedizas.
Tranquilamente, el hombre observa cómo se va hundiendo, lentamente. Ve que poco a poco va desapareciendo dentro de las arenas, pero él continúa tranquilo.
Pero cuando cuando las arenas casi le alcanzan la boca y la nariz, se pone nervioso y comienza a pedir ayuda.
Alguien oye sus gritos, lo localiza, y le acerca una rama para ayudarle.
El hombre agarra la rama, pero no hace el esfuerzo necesario para salir.
- "¡Tire de la rama... y salga!"
- "¡No, gracias, buen hombre! Si yo no necesito salir... si aquí estoy bien... ¡tan sólo quiero que las arenas no me tapen la boca!"
dijous, 17 de gener del 2013
Conte: El principito
A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle. Si les decimos a las personas mayores: “He visto una casa preciosa de ladrillo rosa, con geranios en las ventanas y palomas en el tejado”, jamás llegarán a imaginarse cómo es esa casa. Es preciso decirles: “He visto una casa que vale cien mil pesos”. Entonces exclaman entusiasmados: “¡Oh, qué preciosa es!”
De tal manera, si les decimos: “La prueba de que el principito ha existido está en que era un muchachito encantador, que reía y quería un cordero. Querer un cordero es prueba de que se existe”, las personas mayores se encogerán de hombros y nos dirán que somos unos niños. Pero si les decimos: “el planeta de donde venía elprincipito era el asteroide B 612″, quedarán convencidas y no se preocuparán de hacer más preguntas. Son así. No hay por qué guardarles rencor. Los niños deben ser muy indulgentes con las personas mayores.
Pero nosotros, que sabemos comprender la vida, nos burlamos tranquilamente de los números. A mí me habría gustado más comenzar esta historia a la manera de los cuentos de hadas. Me habría gustado decir:
“Era una vez un principito que habitaba un planeta apenas más grande que él y que tenía necesidad de un amigo…” Para aquellos que comprenden la vida, esto hubiera parecido más real.
El Principito (Antoine Sant Exupéry)
dilluns, 14 de gener del 2013
Conte: No se han podido llevar la música
Se dice que era un mago del arpa. En la llanura de Colombia no había ninguna fiesta sin él. Para que la fiesta fuese fiesta, Mesé Figueredo tenía que estar allí con sus dedos bailadores que alegraban los aires y alborotaban las piernas.
Una noche, en un sendero perdido, fue asaltado por unos ladrones. Iba Mesé Figueredo de camino a unas bodas, él encima de una mula, encima de la otra su arpa, cuando unos ladrones se le echaron encima y lo molieron a palos.
A la mañana siguiente, alguien lo encontró. Estaba tendido en el camino, un trapo sucio de barro y sangre, más muerto que vivo. Y entonces aquella piltrafa dijo con un hilo de voz:
- “Se llevaron las mulas.”
Y dijo también:
- “Se llevaron el arpa.”
Y, tomando aliento, rió:
- “¡Pero no se han podido llevar la música!”
Eduardo Galeano
diumenge, 13 de gener del 2013
Reflexiones de la vida
Cuando las cosas en la vida nos superan, cuando 24 horas al día no son suficientes, recuerda el bote de mayonesa y las dos cervezas: Un profesor delante de su clase de filosofía, sin decir palabra, cogió un bote grande vacío de mayonesa y procedió a llenarlo de pelotas de golf. Después preguntó a los estudiantes si el bote estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí.
Así el profesor cogió una caja llena de canicas y la vació dentro del bote de mayonesa. Las canicas rellenaron los espacios vacíos entre las pelotas de golf. El profesor volvió a preguntar a los estudiantes si el bote estaba lleno y ellos volvieron a decir que sí.
Después el profesor cogió una caja de arena y la vació dentro del bote. La arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor preguntó de nuevo si el bote estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes respondieron con un sí unánime. El profesor rápidamente sacó dos cervezas de debajo de la mesa y vació su contenido en el bote y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los estudiantes rieron.
Cuando pararon las risas el profesor dijo: Quiero que se den cuenta de que este bote representa la vida. Las pelotas de golf son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que te apasionan, son cosas que aunque perdiéramos todo lo demás y nada más nos quedaran estas, nuestras vidas aún estarían llenas. Las canicas son las otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, el coche,...la arena es todo lo demás, las pequeñas cosas.
Si ponemos la arena en el bote en primer lugar no habrá espacio para las pelotas de golf. Lo mismo ocurre con nuestra vida, si utilizamos todo nuestro tiempo y nuestra energía en las cosas pequeñas, nunca tendremos espacio para las cosas realmente importantes.
Presten atención a las cosas cruciales para su felicidad: jueguen con sus hijos, dense tiempo para ir al médico, salgan con su pareja a cenar, practiquen su afición favorita. Ocupen su tiempo en las cosas que realmente importan, establezcan sus prioridades, el resto es sólo arena.
Uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó que representaba la cerveza. El profesor sonrió y dijo: "Me alegro de que hayas preguntado. La cerveza sólo muestra que no importa cuan ocupada tu vida pueda parecer, siempre hay lugar para un par de cervezas con un amigo."
dimecres, 9 de gener del 2013
Conte: la mancha de tinta
Una vez un maestro estaba dando clase a sus alumnos. Aquella mañana quería ofrecerles una lección distinta a las que vienen en los libros. Después de pensar un poco ideó la siguiente enseñanza:
Hizo una mancha de tinta china en un folio blanco de papel. Reclamó la atención de los alumnos y alumnas y les preguntó:
- “¿Qué veis?”
- “Una mancha negra”, respondieron a coro.
- “Os habéis fijado todos y todas en la mancha negra que es pequeña”, replicó el maestro, “y nadie ha visto el gran folio blanco que es mucho mayor.”
dilluns, 7 de gener del 2013
Conte: historia de l'art (sobre veure l'ocult)
Un buen día la alcaldía le encargó un gran caballo para una plaza de la ciudad. Un camión trajo al taller el bloque gigante de granito. El escultor empezó a trabajarlo, subió a una escalera, a golpes de martillo y cincel. Los niños lo miraban hacer.
Entonces los niños partieron de vacaciones, rumbo a las montañas o el mar. Cuando regresaron, el escultor les mostró el caballo terminado. Y uno de los niños, con ojos muy abiertos, le preguntó:
- "Pero... ¿cómo sabías que adentro de aquella piedra había un caballo?"
Dias y noches de amor y de guerra - Eduardo Galeano
divendres, 4 de gener del 2013
Cuento: una mejora
—¿No puedes hacer algo con respecto a ese reloj, mulá Nasrudín?
—¿Qué?
—Bueno, nunca está bien, nunca marca la hora correcta... cualquier cosa que hicieras sería una mejora al respecto.
El mulá Nasrudín tomó un martillo y lo golpeó con él. Y el reloj se detuvo.
—Tienes razón, ¿sabes? -dijo Nasrudín-, esto realmente constituye una mejora.
—Yo no quise decir literalmente cualquier cosa. ¿Cómo puede estar mejor ahora que antes?
—Bueno, verás, antes de que yo lo detuviera nunca estaba correcto. Ahora está correcto dos veces al día, ¿no es verdad?
dimecres, 2 de gener del 2013
Cuento: vivir como las flores
- "Maestro, ¿qué debo hacer para no quedarme molesto?. Algunas personas hablan demasiado, otras son ignorantes. Algunas son indiferentes. Siento odio por aquellas que son mentirosas y sufro con aquellas que calumnian."
- "¡Pues, vive como las flores!", advirtió el maestro.
- "Y... ¿cómo es vivir como las flores?", preguntó el discípulo.
- "Pon atención a esas flores", continuó el maestro, señalando unos lirios que crecían en el jardín.
- "Ellas nacen en el estiércol, sin embargo son puras y perfumadas. Extraen del abono maloliente todo aquello que les es útil y saludable, pero no permiten que lo agrio de la tierra manche la frescura de sus pétalos."
- "Es justo angustiarse con las propias culpas, pero no es sabio permitir que los vicios de los demás te incomoden. Los defectos de ellos son de ellos y no tuyos. Y si no son tuyos, no hay motivo para molestarse... Ejercita pues, la virtud de rechazar todo el mal que viene desde afuera y perfuma la vida de los demás haciendo el bien."
- "Esto, es vivir como las flores"
dijous, 20 de desembre del 2012
Conte
En el principio de los tiempos los hombres utilizaban armas de piedra, que se quebraban con facilidad; pasados los siglos las sustituyeron por utensilios de hierro, que si bien eran mucho menos resquebrajadizos, presentaban la desventaja de oxidarse rápidamente. Y entonces a un herrero se le ocurrió la feliz idea de crear una aleación de metales que llamó acero. Pero el acero, para llegar a serlo, debe pasar por las pruebas de los elementos: primero por el fuego para fundirse, acto seguido por el agua y por el aire, para endurecerse, y finalmente por la piedra para forjarse. Y por fin se convierte en espada de acero, las más resistente de las armas.
- Y supongo - dije yo, irónica - que la moraleja de la historia es que una sólo se hace fuerte después de superar todo tipo de pruebas.
- Fuerte no. Fuertes lo eran ya la piedra y el hierro - afirmó ella categórica -. Flexible. Ahí radica la diferencia. No puedes sobrevivir si no lo eres.
Beatriz y los cuerpos celestes, Lucía Etxebarría
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