La
subcontratación tiene lugar cuando una empresa
(contratista, principal, comprador o cliente) encarga a otra (subcontratista,
suministrador o proveedor) la realización de determinadas actividades o
servicios.
Motivaciones tradicionales
para subcontratar:
-
Reducción
de costes: los costes fijos pasan a ser variables
-
Por falta
de capacidad productiva para hacer frente a un aumento de la demanda a corto
plazo
-
Escasez
o ausencia de inputs necesarios para desarrollar determinada actividad
empresarial
El concepto de la
subcontratación como proceso estratégico implica el convencimiento por parte de
la empresa que “no es posible ser excelente en todo”. La subcontratación
estratégica comporta centrarse en aquellas actividades claves basadas en las
capacidades de la empresa; invertir en ellas los recursos necesarios, liberando
el resto de actividades mediante la subcontratación a aquellos proveedores
(socios) que sean capaces de desarrollarlas mejor, destinando los recursos
antes empleados en ellas a las actividades básicas de la empresa que permitan
apoyar un mayor valor añadido (que el cliente perciba), tratando de conseguir
mayores ventajas competitivas.
A diferencia de
la subcontratación tradicional (motivación principal a reducción de costes) una
organización opta por la subcontratación estratégica principalmente en búsqueda
de:
-
Mayor
flexibilidad estructural, con la intención de ser más adaptable a los cambios
del entorno.
-
Mayor
rapidez de respuesta de la empresa, consecuencia de la reducción de la duración
de sus ciclos de diseño.
-
Centrar
la inversión y las competencias en actividades core
-
Mejorar
habilidades de proveedores accediendo al know-how especializado
-
Aumentar
la calidad (producto, servicio, entrega)
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