A la mañana
siguiente, el joven se presentó en el despacho de la señora Brown a las nueve
en punto. Le dio la bienvenida una mujer de unos cincuenta años, elegantemente
vestida. El joven escuchó de sus labios la frase ya habitual:
- Es un gran
tipo, ¿verdad? Pero esta vez se sintió completamente libre para afirmar con
total sinceridad:
- Sí, lo es.
¿Mantiene usted un contacto habitual con él?
- Rara vez.
Excepto, por supuesto, cuando algo me sale mal –añadió la señora Brown.
- Creía que
existía un lema según el cual hay que sorprender a la gente solo cuando hace
algo bien –repuso el joven con cierta sorpresa.
- Así es
–confirmó la señora Brown-.
Pero antes de
nada debe saber algunas cosas sobre mí. Llevo solo unos días trabajando aquí,
pero me conozco esta división operativa como la palma de mi mano. Por lo tanto,
el Ejecutivo al Minuto no tiene que dedicarme mucho tiempo, por no decir ni
pizca, para formular la previsión de objetivos. De hecho, yo misma suelo
formular las previsiones y después se las envío.
La señora Brown
continuó:
- Otra cosa
importante de mí es que me gusta el trabajo que hago. Por eso, yo misma me
dedico los Elogios de un Minuto. En realidad, si una no está a favor de sí
misma, ¿quién va a estarlo?. Una amiga mía me dijo una vez una frase que nunca
olvidaré: “Si no haces sonar tu propio cuerno,
otro lo utilizará como escupidera”.
El joven esbozó
una sonrisa. Le gustaba el sentido del humor de aquella mujer.
- Verá, si cometo
un error de bulto, invariablemente recibo una Reprimenda de un Minuto.
- ¿Una qué? –preguntó sorprendido el joven.
- Una Reprimenda
de un Minuto –repitió la señora Brown. Es el tercer secreto para convertirse en
un Ejecutivo al Minuto. Si hace tiempo ya que llevo realizando ciertas tareas,
y sabiendo por tanto cómo hacerlas, cometo un error, el Ejecutivo al Minuto no
tarda en reaccionar.
- ¿Y qué es lo
que hace? –preguntó el joven.
- Tan pronto como
mi equivocación llega a sus oídos, viene a verme. Primero, comprueba los
hechos. Entonces, me mira directamente a los ojos y resume con total exactitud
qué fue lo que hice mal. Después comparte conmigo el efecto que le ha causado
mi fallo: ira, frustración o cualquier otro sentimiento que le embargue.
La señora Brown
adoptó un semblante serio antes de seguir:
- A continuación,
deja pasar unos segundos en silencio (unos segundo eternos, como puede
imaginarse) y me recuerda lo competente que, en su opinión, suelo ser. Se
esfuerza en que yo comprenda que el único motivo de su reprimenda es
precisamente el respeto que me tiene. Que se trata de un comportamiento impropio
de mí. Y que espera sinceramente volver a verme lo antes posible, sabiendo que
no aceptará indiferente que el mismo error vuelva a repetirse...
- ¿Y todo eso
dura solo un minuto? –se sorprendió el joven.
- Normalmente es
así –respondió la señora Brown-, y cuando termina, termina. La reprimenda de un
Ejecutivo al Minuto no se alarga mucho, pero puedo garantizarle
que la persona
que la recibe no tropieza dos veces en la misma piedra.
- Me pregunto
–reflexionó el jovensi el Ejecutivo al Minuto tendrá que lamentar alguna vez un
error propio. Por todo lo que me cuentan de él, parece un ser perfecto.
- Pues tengo que
decirle que apenas cae en alguno. Pero no puede negarse que tiene muy buen
sentido del humor. Cuando es él mismo el que se equivoca, se lo hacemos notar y
bromeamos sobre ello. El Ejecutivo al Minuto nos ha enseñado
el enorme valor
que guarda el reírse de uno mismo cuando se tiene un tropiezo. Nos ayuda a
trabajar con más ánimo, aunque a veces no sea fácil reírse de sí mismo.
El joven
agradeció a la señoraBrown todas las aclaraciones que le había proporcionado.
Comenzaba a sentirse como un miembro más de aquella organización y no como un mero
visitante, lo cual le causó cierta satisfacción.
Cuando caminaba
por el pasillo, se dio cuenta del poco tiempo que había pasado con aquella
mujer y de la abundante información que, aun así, había recibido.
Mentalmente,
repasó cómo había que actuar ante una persona experimentada que incurría en una
falta:
Las Reprimendas
de un Minuto dan buenos resultados cuando usted:
- 1. Explica de antemano a sus subordinados que les hará saber claramente si trabajan satisfactoriamente o no.
- 2. Les reprende inmediatamente.
- 3. Les detalla en qué han fallado.
- 4. Les dice, en términos muy claros, lo que piensa sobre ello.
- 5. Se detiene y guarda unos segundos de incómodo silencio para que noten su profundo disgusto.
- 6. Les estrecha la mano para que noten que se halla honestamente al lado de ellos.
- 7. Les recuerda la gran estima en que les tiene.
- 8. Da a entender que cuando la reprimenda se acabó, se acabó totalmente
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